Los Mesoneros estrenaron su nuevo material discográfico, titulado «Caiga La Noche«, el pasado miércoles 29 de marzo por plataformas digitales. Luego del aclamado «Indeleble» (2011), «Caiga La Noche» termina siendo lo más reciente del quinteto desde hace 6 años.
Durante sus presentaciones en vivo, terminada ya la gira de «Indeleble«, se podía escuchar material nuevo que muchos suponían (correctamente) que se trataría del próximo álbum. Tal fue el caso de «Caballo Nuevo«, por nombrar un ejemplo, la cual termina formando parte del tracklist de «Caiga la Noche«.
Tal y como lo mencionaba con La Vida Bohéme y su «La Lucha«, con Los Mesoneros sucede el mismo fenómeno: evolución del sonido. Se nota a leguas una maduración del sonido ya característico de la banda que puede encontrarse tanto en su primer EP, como en «Indeleble«. Los Mesoneros se aíslan de la temática heart-breaking de su álbum anterior y nos traen un disco bien cuidado, con un sonido que muestra las influencias del indie que se escucha hoy en día. Además, atrás quedaron los días de traje formal.
Algo que sí pude notar durante las múltiples veces que escuché «Caiga La Noche«, y que me confirmaron otros oídos más expertos, es que tiene rasgos muy parecidos al proyecto en paralelo Arawato, donde hacen vida Luis Jiménez (Los Mesoneros), Rodrigo Gonsalves (Viniloversus) y Carlos Imperatori (Dioslepague). Una influencia que no hace daño, si al caso vamos, al contrario, añade elementos que hacen de «Caiga La Noche» un disco más completo, más conciso y bien encaminado.
En ese orden de ideas, hablando sobre influencias directas al disco, «Caiga La Noche» cuenta con 2 temas que rememoran de inmediato al Maestro Simón Díaz y, con él, la música tradicional venezolana. Tales temas, «Caballo Nuevo» y «Sabana» afloran como una suerte de tributo insospechado a las Tonadas de Tío Simón, especialmente «Sabana» que sirve como cierre del disco.
La cohesión de la banda siempre me ha resultado espectacular. Desde la era de «Ciclos«, hace 7 años, hasta hoy en día, en cada trabajo de la banda se nota un sonido uniforme en cada canción que lo conforma. Esto tiene su pro y su contra, como todo. A algunos les parecerá maravilloso, otro sentirán que escucharon todo el disco a partir de la quinta canción. A pesar de este detalle, alabo el arduo trabajo que hizo la banda en actualizarse y adaptarse al mercado musical que consumimos hoy en día, sin dejar de lado su esencia.
Lo bueno: Se percibe una seducción en el sonido. La banda deja su lado adolescente y se perfila como una banda plenamente adulta y muestra de ello es el cambio de look. Aires de sexualidad. Evolución musical y a nivel de letras que agrada desde el primer momento en que se escucha el álbum.
Lo malo: Podría colocar acá, la uniformidad en la que se desarrolla el disco. Más allá de su cohesión musical, me gusta que las bandas exploren y jueguen con sus posibilidades.
Lo feo: No me parece que este álbum tenga un factor muy negativo como para notarse acá, sin embargo…
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